(Sertorio y el ejemplo de los caballos).
En un contexto de conflictos socio-políticos (populares-optimates),
que afectaban a la República Romana a principios del S I a. C.,
Sertorio (un popular), gobernador de la Hispania Citerior, fue
destituido en el 82 a. C., declarado rebelde y se refugió en África
de las proscripciones del dictador Sila. El motivo por el que acudió
a Hispania, además de porque el territorio que no le era extraño,
se debe a que los lusitanos, enterados de los conflictos de Roma, le
llamaron para ofrecerle el caudillaje en la lucha contra la facción
del dictador: Sertorio aceptó para dar salida a sus propios
intereses políticos, pues se opuso a ser destituido y a las
disposiciones de Sila. Por primera vez se dirimían los conflictos
fuera del escenario de Roma y de Italia, es decir, se dará
protagonismo a una provincia, Hispania: aquí podría reforzar su
autoridad y organizar en la Citerior un gobierno paralelo al de Roma
para crear la impresión de un Estado de derecho estable y
consolidado. Buscó, entre los antiguos seguidores del popular
Mario oficiales dispuestos, y reclutó nativos favorables a su causa.
Hispania no era ya un territorio hostil, aunque había comunidades
resentidas, que se unieron a él para conseguir sus propios
objetivos: libertad, los lusitanos, y sacudirse el yugo romano, los
celtíberos; ganó su confianza evitando abusos y aliviando cargas
fiscales. Contando con un buen contingente de fuerzas híbridas
fieles, pudo enfrentar a los efectivos -como Metelo- que Sila enviaba
a Hispania para neutralizarlo. Sertorio estuvo apoyado por dos
lugartenientes, Salinator (en el Pirineo) e Hirtuleyo (en el sur), y
más tarde se unirá Perpenna (desde Cerdeña); instauró un breve
gobierno, con un ejército mixto y tomando iniciativas políticas:
formó senado (exiliados romanos), eligió magistrados y fundó una
escuela donde puso capital, Osca, (inicios proceso romanizador), para
hijos de élites indígenas (rehenes para mantener fidelidades). En
definitiva: fue un político exiliado de Roma que usó todas las
armas a su alcance para vencer a la facción política adversaria,
aprovechando y canalizando el descontento de provinciales e
indígenas, pero no tuvo ningún otro interés en Hispania, más que
la persecución de sus propios fines políticos: la lucha contra la
Roma de Sila. Organizó su ámbito de dominio, con instituciones y
preparativos para la guerra: su influencia se extendió por
Lusitania, la Meseta celtíbera, cuya anexión realizó a través de
sus propias instituciones, devotio y fides, sentando
sus bases en el Valle del Ebro y en la costa levantina. Entre los
años 76-73 a. C. Roma envió a Pompeyo (Magno), Sertorio perdió
posiciones, muriendo traicionado por Perpenna, quien a su vez sería
ejecutado por orden de Pompeyo. El episodio colonial de la crisis
republicana tuvo repercusiones, como que cimentó el ascenso de
Pompeyo y avanzó la romanización en Hispania.
(Imagen: Wikipedia)
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